Fui exponente esta semana de la audiencia pública por la nocturnidad. Hace más de un año, planteamos al Concejo Municipal la necesidad de discutir este tema de manera participativa. La nueva conformación del Cuerpo realizó esta convocatoria y la gran participación, así como las miradas que se expresaron, no hacen más que ratificar la necesidad de este espacio que celebramos se haya desarrollado.
Por Dr. Carlos Suárez (*)
Les queda ahora a los concejales una ardua tarea, porque en las múltiples voces que se expresaron se vislumbra la complejidad del tema. El resultado de la audiencia, más la visión del Ejecutivo Municipal y las convicciones individuales son el material de trabajo de los ediles.
Propusimos una nueva perspectiva con el fin de abordar la cuestión: pensar a la nocturnidad no solamente como el espacio donde se conflictúan los formatos de diversión, los usuarios y los vecinos. Esto existe, por supuesto, pero abordarlos solamente desde allí acota la posibilidad de análisis.
Hay que pensar, como ciudad, la forma en que gestionamos de manera integral un espacio temporal como lo es la noche. Esto a partir de entender la importancia de la misma. Abordarla con políticas públicas que regulen los diferentes aspectos en conflicto (diversión – derecho al descanso), pero también muchos otros que acontecen en este espacio, trabajos que se desarrollan de noche, negocios que permanecen abiertos, la circulación de muchos vecinos vinculados con estos aspectos comerciales, etc.
A la par de la falta de gestión de la noche, vemos cómo hay múltiples actividades que se realizan en nuestra ciudad, en horarios matutinos o vespertinos, que generan innumerables problemas. Solo por mencionar algunos: cargas y descargas para comercios, o materiales de construcción, grandes maquinarias necesarias para la edificación de inmuebles, hormigoneras, reparaciones en la vía pública, etc.
Una solución podría ser avanzar en transformar nuestra Santa Fe en una «Ciudad 24 horas», entendida como aquellas urbes que incorporan el espacio temporal nocturno como una posibilidad y lo tramitan: «Este tipo de ciudades surgen como una oportunidad que debe gestionarse de manera apropiada, incluyendo su desarrollo en la planificación urbana de mediano y largo plazo, incorporando como elemento fundamental la dimensión de gobernanza, de modo que las actividades 24 horas surjan y se consoliden de forma organizada, toda vez que las externalidades negativas que éstas puedan generar se verían reforzadas en la medida en que su auge suceda de manera aleatoria e improvisada». (**)
Entiendo que esta visión puede ser una oportunidad de gestionar la convivencia de manera integral. Hablando puntualmente de la tensión que surge entre diversión versus descanso, si como se expresa y se pretende queremos ser una ciudad turística, necesariamente tenemos que ofrecer alternativas, gastronómicas y de diversión, que cubran parte de los intereses turísticos. ¿Significa olvidarnos del derecho de los vecinos a descansar en horario nocturno? Para nada. Al contrario, como expresáramos más arriba, así como se gestiona la convivencia en el día, es necesario hacerlo de noche.
Si lo vemos desde el punto de vista del empresariado, es necesario que las reglas sean claras para saber a qué atenerse, qué se le está permitido hacer y no. Debe haber igualdad entre iguales, pero también cada emprendimiento requerirá de particularidades que están dadas por el propio entorno y no se puede definir de manera genérica y única en una norma.
Para evitar arbitrariedades es necesario un cuerpo profesional de habilitadores municipales (más allá de las capacidades ordinarias necesarias para expedirse sobre la habilitación de cualquier comercio, con las habilidades específicas), e inspectores de control formados y equipados, ambos extremos (habilitación-control) deben actuar de manera coordinada y específica.
Es necesario evaluar la posibilidad de otorgar prefactibilidades para este tipo de actividades, de forma tal que el empresario no invierta sin la certeza de que va a poder realizar la actividad o actividades que pretende.
Esto requiere pensar en un Estado municipal que también funcione de noche. Es decir la actividad de control no puede ser solo diurna y durante la noche estar sujeta a la posibilidad de pagar horas extras, o mejor dicho, que el control efectivo y real esté sujeto a las horas extras. Esto es necesario trabajarlo con el gremio y sumarlos a la discusión.
Reglas claras, empresariado responsable, profesionalización de la actividad municipal, podría ser el camino para lograr la tan reclamada convivencia en este espacio temporal, y la llave que garantice el derecho al descanso tan ansiado por los vecinos.
Relocalización de boliches
Párrafo aparte merece lo vinculado a la relocalización de los boliches. Es falsa la premisa de que es un formato tiende a desaparecer porque no pasa en el mundo. Que cambien sus usuarios, sus edades o sus costumbres no significa que dejen de existir. Potenciar un formato en desmedro de otros está lejos de ser la solución al problema. Claramente el proceso de relocalización fue desordenado y falta mucho; pero hoy este formato de diversión solo puede estar radicado en los lugares donde oportunamente se definió.
Se debe trabajar para lograr la integración definitiva de los espacios que se encuentran a la vera de la ruta 168 a la cotidianeidad de los vecinos; impulsando que ese lugar sea utilizado el resto del día. Para eso, otorgar otros usos en la zona puede ser una alternativa. Además el municipio debe reforzar la inversión en infraestructura y servicios públicos, debe trabajar específicamente la seguridad en el sector de manera articulada con la Policía y, finalmente, hay que plantear un ambicioso proyecto que resuelva de una forma más segura la circulación en la zona, contemplando una readecuación de la ruta nacional de ser necesario.
Reglas claras, control específico y profesional, sanciones por incumplimiento, ese es el camino.
(*) Ex concejal UCR-Juntos por el Cambio.
(**) Definición que puede encontrarse en «Nocturnidad, ciudades 24 horas y sus efectos socioambientales», de los autores J. Bolaños y L. Ariza. En Revista Bitácora Urbano Territorial, volumen 27, número 3, páginas 127-132, año 2017. Universidad Nacional de Colombia.